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LA VOZ NACIONALISTA

LA METAMORFOSIS DE LOS NEOCON

En la iconografía de Rodriguez Zapatero, y por ende de la izquierda hispánica, hay un grupo de malos malísimos, conspiradores y deshonestos: nos referimos a los neocon. El epíteto se ha convertido en un insulto en estos lares (algo significativo y provinciano a un tiempo), el último a añadir a la ya vetusta retahíla de fascista, neoliberal, reaccionario y algún que otro adjetivo empleado con efectos demonizadores en todo momento. Poco importa que los neocon no hayan abogado por la reducción del tamaño del Estado, ZP, en un gesto que provocaría hilaridad si no tuviera en sus manos el gobierno de nuestro país, acusaba no hace mucho a los neocon de haber sido los responsables de la reducción del papel del Estado en USA (afirmación doblemente errada: ni fueron los neocon quienes abogaron por esas políticas, ni éstas se llegaron a implementar). En definitiva, que para la izquierda progresista cualquier mal es culpa de los neocon (aún no se les ha acusado de provocar la gripe porcina, pero quién sabe).

Lo divertido del caso es que algunos neocon, y no pocos ni poco influyentes, se han readaptado al nuevo panorama político estadounidense y son cada vez más influyentes en la Administración Obama. Sí, han leído bien, neocon y Obama juntos de la mano. Lo más probable es que ZP ni se entere, lo cual le evitará un cortocircuito mental, pero aquí vamos a tratar de explicárselo.

Los neocon han abogado siempre por la defensa y extensión del capitalismo y de la democracia liberal, entroncando al mismo tiempo con sus orígenes trostkistas y su anhelo de llevar la revolución a lo largo y ancho del orbe, y con la idea tan norteamericana del destino manifiesto y de la misión que Estados Unidos tendría de llevar la libertad y la democracia a los pueblos que aún no la han alcanzado. Este grupo, pequeño en número pero muy influyente, ha jugado un papel esencial en la decisión de la Administración Bush de derrocar a Saddam Hussein y tratar de llevar la democracia liberal a Iraq. Es por eso que muchos daban por descontado que, con la llegada de Obama y su voluntad expresa de abandonar Iraq, los neocon iban a pasar a formar parte del basurero de la historia. Pero andaban errados.

Supervivientes de mil crisis, una serie de importantes neocon parece haberse sabido recolocar a tiempo, regresando al lugar en el que más pueden influir, esto es, en las cercanías del poder. Para ello han tenido que adaptar su mensaje, es cierto: su defensa del capitalismo incorpora matices, sus escritos se encuentran trufados de la fraseología políticamente correcta que tanto embelesa a los progres y en vez de la acción unilateral predican un multilateralismo que, en el fondo, consiste en forzar a los aliados a asumir su parte en el esfuerzo militar (como estamos comprobando en la exigencia al gobierno paquistaní de limpiar el valle del Swat de talibanes), pero la idea nuclear permanece intacta.

Uno de los nuevos neocon obamitas es Michèle Flournoy, cofundadora de Center for a New American Security (CNAS), una especie de versión demócrata de Project for a New American Century impulsado en su día por Bill Kristol, y la nueva secretaria para políticas de defensa en la Administración Obama. Flournoy es la coautora de un informe que aboga por una retirada muy cuidadosa y lenta de Iraq, rechazando los plazos propuestos por el entonces candidato Obama y proponiendo la estrategia que el presidente Obama ha implementado. Pero la otra gran apuesta del CNAS, esta vez impulsada por el estudioso de la contrainsurgencia John Nagl, es la de reabrir el frente afgano para así poder acabar una tarea que quedó a medias. Nadie duda pues de que el CNAS es escuchado por el nuevo “príncipe” norteamericano.

Otro neocon nombrado por Obama es Denis Ross, actual enviado especial para Oriente Medio, quien apoyó en su día públicamente la guerra de Iraq y firmó dos cartas abiertas publicadas por el PNAC urgiendo a un ataque sobre ese país. Además, Ross es consejero del United Against Nuclear Iran, un grupo neocon que defiende la estrategia militar para frenar el intento iraní de poseer el arma nuclear.

Seguiremos de cerca la política internacional de la Administración Obama, pero por el momento podemos decir que, por los nombramientos efectuados y por el despliegue de una ofensiva en Afganistán, Obama bien podría ser calificado como de neocon, o si lo prefieren, neoneocon. ¡Qué chasco para tanto progre iletrado!

FUENTE: www.fundacionburke.org

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