Blogia
LA VOZ NACIONALISTA

PRESENTACION DE LOS TRAIDORES

PRESENTACION DE LOS TRAIDORES


El pasado día 21 de Junio se realizó la presentación del libro "Los Traidores" del periodista Carlos Manuel Acuña en el Club Español de Buenos Aires.  En este post publicamos  la introducción del libro y dos  videos para escuchar al autor del libro y al Dr. Vicente Massot.   

 "Los Traidores" puede comprarse en Librería Argentina. 

A MODO DE INTRODUCCIÓN

La razón de ser de este libro

Lo que aquí relatamos tiene por finalidad ampliar y profundizar el co­nocimiento de una parte todavía oculta de la Guerra Revolucionaria que sufrió la Argentina en la década de los años setenta y comenzó a inicios de la anterior. Para ello nos referiremos en detalle a la trayectoria de muchos de los terroristas cuya actuación los llevó a convertirse en paradigmáticos, en un emblema vivo y activo de lo que significó el conflicto antes y después de los años más duros de la guerra y que hoy reaparecen en la escena po­lítica a través de sus testimonios en el plano jurídico, donde continúa una parte del enfrentamiento que provocaron
Lo relatado, inédito y sorprendente, forma un conjunto descarnado -a veces doloroso según la opinión de quienes leyeron este trabajo antes de su publicación- de lo que puede llevar a un ser humano a apartarse de los va­lores no ya fundamentales, sino mínimos para desenvolverse en la vida. No vamos a hablar aquí en este resumen introductorio que convoca a la lectu­ra, de cuestiones sentimentales que podrán o no afectar a los actores que en el futuro afrontarían remordimientos apurados por el paso de los años, sino que aportaremos una información histórica, objetiva, demostrable y demostrada, que sirve para pintar un aspecto del escenario que estuvo en juego durante el conflicto que persiste.
En esta parte del libro que ahora leen quienes deberán juzgar lo acon­tecido, no queremos detenernos en el análisis de un sistema que progresi­vamente fue utilizado con un innegable e inteligente montaje, sino acercar a los lectores elementos de juicio para que puedan apreciar hasta dónde puede llegar “la condición humana”, con sus lados positivos y los extremos opuestos que a veces dudamos en calificar de terribles pues siempre hay instancias que los superan. Esos elementos de juicio y los hechos corres­pondientes son los que forman la esencia informativa de una parte subs­tancial y desconocida, hasta ahora, de cómo se desarrolló buena parte de la guerra. Es la que lleva consigo un conjunto de circunstancias que con­figuran la verdadera historia de muchos ex terroristas prominentes, algu­nos emblemáticos para las bandas que integraron y dirigieron y que ahora reaparecen en los estrados de la justicia como Testigos Necesarios para continuar por otros medios la guerra que ellos y sólo ellos desataron.
Lo que aquí van a leer está destinado a la opinión pública en gene­ral, pero también tiene algunos destinatarios preferenciales: los jóvenes que comienzan a interesarse por los problemas públicos y la política que los determina, los miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, Policías y civiles que sobrevivieron a la lucha y cuyos hijos poseen la vo­cación de sus padres y sobre todo, está destinado a los integrantes de la Justicia que entre otras, tienen la enorme responsabilidad de mantener una Institución básica para la convivencia sociopolítica y de intervenir, en consecuencia, en la proyección derivada de lo ocurrido que aún divide, forzosamente, a los argentinos. En pocas palabras, tienen la misión de contribuir a reestructurar un pilar ancestral del Estado argentino que se desangra y destruye por los cuatro costados.

“Asco y tristeza” 


Lo que relatamos es una historia -o si se prefiere, un conjunto de his­torias- que expresan las intimidades de esa guerra donde ocupa un des­tacado lugar uno de los fenómenos más clásicos de todo conflicto de esta naturaleza: “La traición”. Pero en nuestro caso aparece un nuevo factor agravado de este disvalor: la figura del “doble traidor” cuya función se apreciará a lo largo de estas páginas y fue la que principalmente señalaron quienes nos dijeron que les provocó asco y tristeza el conocimiento de esa parte de nuestra historia más reciente y oculta.
Con ello, surge una pregunta tal vez difusa e indefinida que inevitable­mente flotará para siempre en la conciencia y ánimo de todos aquellos que llegaron a conocer las intimidades del conflicto. Nosotros ya transitamos ese camino. Ahora, les toca a nuestros lectores participar de este fenóme­no moral que en el caso específico que nos ocupa lleva una pesada carga de delaciones, de muertes y supervivencias logradas dentro de un sistema de inteligencia que hizo posible derrotar a una revolución dirigida desde el extranjero.
En cifras -y así lo leerán- podemos decir que más del 20 por ciento de los detenidos por las Fuerzas Legales después del 24 de marzo de 1976, fueron arrestados por ellas como consecuencia de las traiciones de los militantes a sus propias organizaciones armadas.
Estos se transformaron en verdaderos operadores de la lucha, delata­ron, denunciaron, marcaron a sus amigos, jefes o subordinados, maridos o esposas y en algunos casos hasta los capturaron. En función de su exitosa tarea se aceleró la derrota terrorista y acortó sensiblemente el desarrollo de la Guerra; en esas funciones llegaron a viajar libremente por el país y el exterior subvencionados por las Fuerzas Legales y facilitaron notablemente el triunfo de la ley sobre un proyecto revolucionario que se impulsó desde más allá de nuestras propias fronteras. Muchos de ellos viven aún en el exterior.
En algunos de los niveles dirigentes, gracias a esa “mano de obra barata y descartable” de inocentes militantes de aquella época, muchas veces pri­mó la apetencia económica por encima de los ideales y proyectos. Muchas veces, los innumerables secuestros terroristas tuvieron esta finalidad re­pugnante.

Los traidores, el progresismo y el disfraz de los derechos humanos
En el desarrollo de esta trama podrá apreciarse la magnitud que alcan­zaron las estructuras guerrilleras, la dimensión de la guerra sorda que se vivió y se podrá saber cómo y por qué se produjo el fenómeno de “los traidores,” cuya importancia es más significativa al darse en un medio ambiente fanatizado al extremo.
Como una conclusión obligada de los componentes que hasta aquí he­mos abreviado, los lectores -jueces, militares, policías, políticos, periodis­tas y estudiosos- podrán deducir, inferir, relacionar, entender y anticipar, las condiciones perversas en que se desarrolla la nueva etapa revoluciona­ria que hoy está en plena ejecución bajo el disfraz del vocablo progresis­mo, abarcativo del mismo enfoque del pasado aunque actualizado frente a la modificación del escenario global y estratégico que influye abiertamente en la región en que vivimos, sin que se dimensione en forma precisa la proyección de este importante problema que ya afecta nuestro futuro como República.
Sin apartarnos de la vigencia de ese utilizado disfraz progresista que dirige una minoría hábil y sin limitaciones morales, por su trascendencia y la estrecha relación que posee el tema con los acontecimientos que to­davía vivirá la República antes y después de la aparición de este trabajo, recordaremos que ya en 2003 escribimos (1) que “en toda guerra existen dos factores prioritarios: la información para conocer qué hace o hará el enemigo y la desinformación para confundirlo y tratar de paralizarlo. En la “nueva guerra” que soportamos se ha incorporado un nuevo elemento que ocupa el lugar principal del conflicto: “La estrategia del disfraz”. Así, hoy el principal disfraz que está en plena vigencia utiliza un valor superior pero denigrado por su uso político parcial y psicológicamente concurrente: se trata de los Derechos Humanos.

Los jueces y fiscales


Usados como elemento de combate, tergiversados en su aplicación a favor de unos y en detrimento de otros, el proceso que sintetizamos marca un rumbo exacto y preciso. Desde el poder -y esta afirmación incluye a los jueces y fiscales- se califica arbitrariamente a quienes hipotéticamente los violaron y se argumenta a favor de aquellos que presuntamente aparecen como víctimas. En la práctica se desconoce que estos últimos cometieron delitos aberrantes signados por una violencia ideológica que alcanzó lími­tes inimaginables: atentaron contra el Estado incluso durante gobiernos constitucionales, provocaron muertos a mansalva, asesinaron a mujeres y niños y lo que es más grave, ese manipuleo no ofrece siquiera un horizonte de pacificación posible y constructora. La voluntad es inversa porque sigue comprometida -con algunas excepciones- en la continuidad revolucionaria o el retorcimiento de la venganza y de eso forma parte esencial la ruptura jurídica dedicada a seguir este camino por la vía judicial. Más aún, senten­cias contrarias a derecho encubiertas bajo la figura de “lesa humanidad,” aparecida con posterioridad a los delitos imputados, condenan a quienes dentro de la legalidad cumplieron órdenes acorde con las normas de la guerra para la cual fueron formados. Por el contrario, favorecen a quienes se levantaron subversivamente contra el orden constituido, participaron de esa guerra armada contra sus compatriotas y ahora, como combatientes rasos, traidores simples o doble traidores, actúan como una demostra­ción palpable del agotamiento político de todo lo que comentamos.
Como dijimos, la apetencia crematística también forma parte del tras- fondo de este quiebre institucional. De aquí en adelante, a este factor se le suma el de la droga y el narcotráfico, pero durante la etapa que tratamos en estas líneas ese nuevo componente incorporado como novedoso elemen­to del conflicto moderno, no era determinante de los acontecimientos que narramos.
Para facilitar la comprensión de esta colaboración histórica que formu­lamos, la hemos dividido en dos partes: la primera trata del ser militar y del ser político, factores que a su modo, son opuestos pero también concu­rrentes de un mismo problema. Al ingresar en la segunda -es donde está implícita la “culposa distracción” de los políticos - que contiene hechos, definiciones e historias inéditas de la guerra acordes con el índice corres­pondiente.
Hemos limitado al máximo las correcciones literarias de su conte­nido y preferimos respetar en la mayoría de los casos el clásico len­guaje utilizado en esta clase de documentos y en especial el utilizado en los partes de inteligencia que también servirán para la confección de la se­gunda parte de este libro, como una extensión de lo que aquí anticipamos y otras intimidades -seguramente más graves- relativas a su manejo.
Esto que dejamos dicho produce a veces a lo largo de las páginas una aparente reiteración de los hechos y personajes, pero sólo se trata de ampliaciones tendientes a dibujar mejor las circunstancias y actores, para dejar en el aire las consecuencias de su desempeño y perfeccionar el entendimiento de los sucesos y protagonismos históricos.
Más aún, los lectores atentos observarán que en algunos de los tes­timonios se repiten casi textualmente pasajes de otros, pero ello se debe a que nuevos protagonistas cuya trayectoria tratamos, no fueron ajenos a los hechos. Hacemos esta advertencia para que el lector pue­da seguir la ilación de los acontecimientos sin necesidad de retroceder en las páginas para constatar la cronología que le ofrecemos.
También, además del índice, para ayudar al lector, consignamos un no­menclador de siglas indicativas de organizaciones terroristas, de la estruc­tura montada en todo el arco legal para combatirla y otras relacionadas con el problema y aclaramos que en esta primera presentación abundamos en los casos correspondientes a la Armada por ser los primeros -aunque aún incompletos pero elocuentes- que hemos ordenado para llegar al público.
Por cierto, serán los jóvenes, los analistas e historiadores y todos los profesionales que hemos mencionado a lo largo de esta Introducción, quie­nes tendrán la última palabra de lo que dejamos en sus manos.

NOTAS:
1.- H. Verbitsky: De La Habana a la Fundación Ford. Página 41. Ediciones Del Pórtico. Obra de este autor.

0 comentarios