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LA VOZ NACIONALISTA

PERON VS KISSINGER: LA IMPORTANCIA DE LA GEOPOLITICA EN EL TEMA DEMOGRAFICO

PERON VS KISSINGER: LA IMPORTANCIA DE LA GEOPOLITICA EN EL TEMA DEMOGRAFICO

 

Por Paulo G. Ares
(autor del  “Perón vs Kissinger”)

Supresión biológica y/o el reordenamiento geopolítico…

En el año 1969, desde su exilio forzado en Madrid, Perón escribe un documento titulado “La Situación Mundial y los antecedentes históricos” donde advierte que pretender resolver los problemas del país en forma aislada sería como dar un salto al vacío, ya que, señala, estamos ante un proceso geopolítico trascendental para la humanidad, proceso en el que los imperios mundiales ya proyectan su estrategias de dominio frente a los pueblos del mundo.

El General se pregunta “¿Qué será el mundo del año 2000 con seis o siete mil millones de habitantes?” y afirma que el problema más acuciante no es la superpoblación sino la desproporción entre esta cifra y los medios de subsistencia realmente existentes.  Sintetiza Perón: “este problema ya se ha presentado antes en diversas partes de nuestro planeta y la historia prueba que, cuando este problema se ha producido las soluciones no han sido sino de dos naturalezas: la supresión biológica y el reordenamiento geopolítico”.

Contexto mediato e inmediato

El debate sobre la sustentabilidad planetaria comienza a cobrar relevancia en los años 50 y, en los 60, empieza a tener su desarrollo en organismos internacionales públicos o privados; este es el contexto en el cual escribe Perón su mensaje.

La crisis del Petróleo del año 1973 es producto de la decisión de la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo de no exportar más crudo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra del Yom Kippur, que enfrentaba a este país con Siria y Egipto; la medida incluía a Estados Unidos y a sus aliados de Europa Occidental. Si bien la OPEP se había formado en 1960, la crisis del 73 dejó claro que los recursos naturales son una moneda de cambio fuerte a nivel de política internacional. Podemos decir que, desde entonces, muchos de los conflictos entre naciones se ven motivados por la obtención o conservación de los recursos naturales, aunque la ONU, su Consejo de Seguridad y la OTAN los justifiquen apelando para ello a supuestas “causas humanitarias”.

Como reacción a la crisis del petróleo, el Consejo de Seguridad de EEUU dio respuesta a esta situación dramática de su industria mediante el “NSSM 200: Consecuencias del crecimiento poblacional para la seguridad de los Estados Unidos y sus intereses de ultramar”, publicado por Henry A. Kissinger el 10 de Diciembre de 1974 y rubricado en 1975 por el presidente Gerald Ford con la “Decisión de Seguridad Nacional 314/75″. Pongo énfasis en que estamos frente a un documento del Consejo de Seguridad de EEUU, cuyo título es revelador respecto de lo que verdaderamente preocupa a esta potencia: la defensa de sus intereses de ultramar. Además, cabe aclarar que muchas de las afirmaciones que hace el informe ya habían sido llevadas a la practica por otros organismos u organizaciones pero, en este momento, asumen un tono bélico de altísima importancia  pues el Consejo de Seguridad de EEUU es la instancia mayor en el área de defensa y está conformado por un grupo de organismos que preside el secretario de estado, en ese momento Kissinger.

Un diagnóstico y dos preocupaciones

Perón y Kissinger coinciden en destacar la importancia de la cuestión demográfica e incluso coinciden en que el crecimiento poblacional se da con distinta celeridad a nivel mundial.

Afirma el primero: “Hoy cuando aquellas pequeñas naciones han crecido en número y constituyen el gigantesco y multitudinario Tercer Mundo, un peligro mayor - que afecta a toda la humanidad y pone en peligro su misma supervivencia- nos obliga a plantear la cuestión en nuevos términos, que van más allá de lo estrictamente político, que superan las divisiones partidarias o ideológicas, y entran en la esfera de las relaciones de la humanidad con la naturaleza”… “El número de seres humanos que puebla el planeta se ha duplicado en el último siglo y volverá a duplicarse para fines del actual o comienzos del próximo, de continuar la actual “ratio” de crecimiento. De seguir por este camino, en el año 2.500 cada ser humano dispondrá de sólo un metro cuadrado sobre el planeta.”

Ambos mandatarios coinciden en el diagnóstico, mas no en el modo de abordar la problemática, y menos aún en el planteo de las posibles soluciones. Mientras que Perón pone en un primer plano la cuestión de la supervivencia del hombre y propone una solución que atañe a la humanidad toda, el Consejo de Seguridad de EEUU solo ve con preocupación el problema de la superpoblación, y lo aborda en tanto percibe que puede afectar seriamente “sus intereses de ultramar”, tal como reza el título del “NSSM 200″, que no son otros que los recursos naturales que necesita su industria.

Dos visiones de la vida, dos miradas de la política

En el dilema Perón o Kissinger, no solo confrontan dos estrategas internacionales, sino también dos visiones de la vida y, por lo tanto, dos miradas sobre la política y la economía.  Como intentaremos demostrar en este ensayo, una es más humana, en tanto que la otra es puramente matemática; una expresa la “cultura del ser”, frente a la “cultura del tener”; una es expansiva, otra restrictiva; la primera quiere más vida y más reparto, la segunda menos reparto, y por lo tanto menos vida; para la primera la vida es inviolable, para la otra es inviolable el capital. En síntesis: mientras que una hace un llamamiento universal a la “convivencia biológica”, la otra propone a la “supresión biológica” como solución, más aún si su realización conlleva un rédito en términos económicos.

La mirada de Perón es universal y busca una solución para toda la humanidad, llamando a un plan de cooperación internacional para un reordenamiento basado en un equilibrio económico y social entre los pueblos. La perspectiva de Kissinger es de defensa de sus intereses monopólicos globales, por eso su opción estratégica es la coacción internacional.

 

Mientras que el pensamiento de Perón responde a la lógica de la vida (que se reproduce y coopera por su subsistencia) y aboga por el logro de una felicidad común, Kissinger responde a la lógica iluminista burguesa, devenida en tecnoeconomicista, que instrumentaliza tanto al hombre como a la naturaleza con el fin de generar más lucro, aunque sin preguntarse acerca de la felicidad del hombre y del pueblo.

De dos visiones de la economía en pugna, resultan dos políticas poblacionales

El 1 de julio del 1974 se produce el fallecimiento del general Perón y, un mes después, el 19 al 30 de agosto de 1974, se realiza en Bucarest (Rumanía) la Tercera Conferencia Mundial de la Población organizada por las Naciones Unidas, la primera de naturaleza intergubernamental, en la que participaron representantes de 135 países. El énfasis del debate se centró en las relaciones entre los factores de población y el desarrollo; entorno al cual se plantearon dos posturas sobre el vínculo y la relación entre desarrollo económico y poblacional, aún vigentes, encarnadas por Kissinger y por Perón. Como fruto de la misma, el Plan de Acción Mundial sobre Población señala, entre otros principios, que la meta esencial es el desarrollo social, económico y cultural de los países, que los fenómenos demográficos y el desarrollo son interdependientes, y que los objetivos y políticas demográficas son parte integrante (elementos constitutivos) de las políticas de desarrollo social y económico.

El “NSSM 200″, que se publica en diciembre de 1974, toma el dato de la confrontación que existió en la conferencia y hace su análisis, haciendo referencia en el punto 4 “a la importancia (o según dijeron algunos, a la pre-condición) del desarrollo económico y social para la reducción de la alta fertilidad. Dirigidos por Argelia y Argentina, muchos enfatizaron en un -nuevo orden económico internacional- como clave para el desarrollo económico y social.” La delegación argentina plantea un reordenamiento geopolítico, a partir de los aportes que puedan realizarse desde de los países de Latinoamérica y del tercer mundo, que genere un nuevo desarrollo económico y social. Sólo eso posibilitaría el equilibrio en el crecimiento poblacional.

En el mensaje ambiental, Perón no está preocupado por el crecimiento poblacional sino por generar un desarrollo económico. Para él lo primero que hay que hacer es “aumentar la producción”, ya que piensa en términos expansivos, y luego, en forma conjunta, “educar, distribuir alimentos y servicios sociales, (atender al cuidado de) la salud pública y el sano esparcimiento”. La mirada del peronismo sobre la economía está centrada en el factor humano y no en lo económico como la del liberalismo.

Para Kissinger el verdadero problema a resolver es la distribución de los recursos, por eso sostiene que “el rápido crecimiento poblacional creará una resistencia severa sobre las tasas de desarrollo económico que pudieran alcanzarse, a veces hasta el punto de afectar los incrementos en los ingresos “per cápita”. Además del impacto general que tendría sobre los ingresos, él observa que el crecimiento poblacional afectaría una amplia gama de aspectos que hacen a la calidad de vida de  la población, importantes para el sostenimiento del progreso social y económico de los LDC’s. . Su lógica está basada claramente en la “cultura del tener”,  puesto que piensa en términos económicos cuantitativos. Evidentemente,  no es la “justicia social” lo que le preocupa, sino la obtención de determinado PBI per cápita, bajo la premisa de que si somos menos habitantes, mayor será la proporción económica recibida.

Desde su perspectiva, los motivos que justifican el ajuste poblacional son de orden estrictamente económico. Es así como señala que “Los factores económicos adversos que generalmente resultan de un crecimiento poblacional rápido incluyen:

I- “La necesidad de grandes gastos para el soporte de servicios tales como educación y salud, recursos que pueden ser utilizados para inversiones más productivas;”

II- “La concentración de recursos de desarrollo para incrementar la producción de alimentos para asegurar la supervivencia de una población mayor, en vez de mejorar las condiciones de vida para un menor número total.”

Sostener la necesidad de “achicar” la población a fin de achicar el gasto público en educación y salud, como se señala en el primer punto, responde a la misma “racionalidad economicista” que planteó el FMI en los años 90 cuando propuso como solución para la crisis que atravesaba nuestro país la reducción drástica del gasto público. En este caso, se plantea como solución al problema achicar la población para reducir las erogaciones del Estado en los rubros mencionados. En cuanto a la segunda afirmación, es claro que la aplicación de este razonamiento puede llevar a sostener el absurdo de que, si la mitad de la población “desapareciera”, la mitad restante obtendría el doble de bienestar. Una síntesis perfecta de lo que puede derivarse de la “cultura del tener” que busca siempre concentrar el capital en pocas manos.

 

De acuerdo con esta perspectiva, Kissinger nos propone como la mejor inversión las politicas antinatalistas: “El objetivo universal de incrementar el estándar de vida del mundo dictamina, que el crecimiento económico debe crecer más rápidamente que la población.  [...]  La mayoría de los expertos concuerdan que, con costos más o menos constantes por habitante, los gastos en servicios de planificación familiar efectiva, son generalmente una de las inversiones de mejor relación costo / beneficio para un país LDC, que busca mejorar el bienestar general y el crecimiento económico “per cápita”. Frente al objetivo universal de mejorar el estándar de vida, su propuesta universal es invertir en un ajuste poblacional cruento.

Su método es hacer la inversión en la planificación familiar “artificial”, lo que reduciría significativamente el gasto en educación. Para Perón, la lógica es exactamente la inversa: debe invertirse en educación y no en planificación familiar ya que, desde su perspectiva, hay motivos superiores para querer crecer en cantidad poblacional.  Kissinger parece coincidir con la postura que Argentina expuso en Bucarest de que el desarrollo económico y social tiende a una planificación natural de la natalidad. Sin duda, en lo que no coincide es la forma en que esta puede realizarse, ya que para él debe comenzarse por un ajuste en la población.

Kissinger también sabe que, para generar correcciones de la “tasa de fertilidad en forma natural”, se necesita un desarrollo global como quiere Perón. Él mismo, tácitamente, opone el desarrollo de la tasa de fertilidad que se da en forma natural vía desarrollo económico, cultural y social, al ajuste poblacional inducido, que se da en forma artificial, vía la aplicación de la tecnología (como veremos más adelante).

Resumen de las dos posturas demográficas y las posibles perspectivas de juicio

A la luz de la idea de la “Revolución armoniosa”, Perón concibe su política demográfica teniendo como horizonte la opción por la convivencia biológica de la humanidad. Los principales puntos de su propuesta son:

1) Lograr el desarrollo económico e incrementar la producción de alimentos para generar más trabajo y evitar la supresión biológica por el hambre. En este punto se incorporan todos los bienes necesarios para la subsistencia;

2) Garantizar la justicia social por medio de la educación, teniendo en cuenta que el centro de toda política educativa peronista es la vida;

3) Distribuir la justicia social mediante la ampliación del acceso a los servicios de sanidad, que permiten evitar la supresión por las epidemias y enfermedades.

4) Promover el sano esparcimiento.

Por su parte, Kissinger condicionado por una mentalidad economicista se propone:

1) Incrementar en países en desarrollo (LDCs) la producción de alimentos para evitar el hambre. Advierte que no es posible en todos y la necesidad de complementarlos con políticas de control de crecimiento poblacional. La cuestión de los alimentos la trata en un capitulo y es desproporcionado con el trato que le dedica en todo el memorándum al control del crecimiento poblacional.

 

2) Impulsar la idea de familia con dos hijos para estabilizar el crecimiento poblacional, a través de la UNESCO, principalmente, de los medios de comunicación y de los sistemas de educación nacionales. Persuadir a los países y a las familias que si tiene menos hijos van vivir mejor económicamente.

3) Invertir en tecnología farmacológica anticonceptiva y liberalizar este mercado para llevar adelante una política de planificación familiar artificial.  La Organización Mundial de la Salud tiene que ser el líder en este ítem.

4) Promover los derechos de la mujer, no como un fin sino como un medio, en función del control de natalidad.

5) Fomentar la inserción del aborto dentro de la planificación familiar.

Estos temas pueden ser tratados públicamente desde diferentes perspectivas: desde la moral, desde la economía, desde los derechos humanos, y otras ciencias como la demografía, etc.

También podemos asumir tanto una actitud extrema como buscar un punto medio, el de la armonía que coopera siempre para la vida nunca para la supresión. ¿Puede haber punto medio entre ambas posturas? Sí,  en el desarrollo económico, en incrementar la producción, en extender y ampliar la educación para la vida y más tecnología familiar si es al servicio de la vida. No hay posibilidad de cooperar donde se propone usar al estado y a la mujer al servicio de la contraconcepción; mucho menos utilizar ambos al servicio de la supresión biológica en una política de contra natalidad.

La clave para salir de este nivel de confusión la da Perón, en el año 69, iniciando un memorándum sobre la situación mundial, afirma: “Para apreciar con cierta profundidad la situación particular de un país cualquiera en la actualidad, es imprescindible penetrar en los aparentes misterios de la situación general del mundo de nuestros días, de su evolución acelerada, de su futuro inmediato y mediato, de las fuerzas potenciales que actúan y sus objetivos probables, como asimismo de las influencias que cada uno de estos factores ha de generar en la etapa de transición que estamos viviendo.

Pretender resolver los problemas que intrínsecamente corresponden a un país aislado puede ser un salto en el vacío. El proceso geopolítico que el mundo está atravesando desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial, es de tal trascendencia para el destino de la humanidad, que todo vale poco frente a los factores determinantes de un futuro preñado de asechanzas y peligros. Nadie puede defenderse de lo desconocido.” 

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